El fin de semana del 15 al 16 de diciembre, varios miembros del grupo Youcat de
Cartagena participamos en un retiro de Adviento preparado por los misioneros Paúles
de Albacete.
El primer encuentro que tuvimos con Dios en dicho retiro fue nada más llegar a la Casa
de la Comunidad de Paúles, ya que nos acogieron con los brazos abiertos, una gran
sonrisa y de manera muy servicial. Tal fue la magnitud del recibimiento, que nos
llegamos a plantear si realmente formábamos parte del personal del grupo Youcat o, en
vez de eso, éramos miembros de su Comunidad. Tras hacer un recorrido guiado por la
Casa e instalarnos como si estuviéramos en nuestra propia vivienda, comenzamos el
retiro acompañados por Josico.
Josico es el misionero Paúl más joven de la Comunidad. Más joven en edad, ya que en
espíritu las edades eran muy similares, a pesar de haber hasta unos 50 años de diferencia
entre varios de los miembros de la Comunidad.
Bueno, sigo hablando del retiro. Nos encomendamos al Espíritu Santo y empezamos. La
mañana del sábado la centramos en el tema de la vocación, hablando de cosas tan
bonitas como que Dios, siendo Todopoderoso, tiene una sensibilidad especial a la hora
de llamar a los humildes y a los sencillos. Para esta parte vocacional, profundizamos en
el personaje bíblico de Jeremías, haciendo un recorrido por su vida, la llamada que Dios
le hizo, los conflictos que tuvo a su alrededor, sus propias limitaciones y debilidades…
y aprovechamos para mirar dentro de nosotros mismos para sacar fruto y provecho de lo
aprendido.
En la comida conocimos mejor a cada miembro de la Comunidad y nos sentamos junto
a ellos para comer como hermanos. Al finalizar la comida, proseguimos con el retiro,
cambiando el centro de atención al Adviento y viéndolo como tiempo de preparación de
nuestro interior para acoger al Señor, que viene a nosotros.
A las 18:00 tuvimos el privilegio de participar en la Misa que presidía Josico en la
parroquia, en la que nos envió como discípulos de la Iglesia para evangelizar a nuestro
alrededor con palabras y con nuestro testimonio de vida.
Tras la Misa, recibimos el Sacramento de la Confesión, para el que nos habíamos
preparado previamente. Y luego recibimos otro gran regalo del Señor: una vigilia de
adoración al Santísimo, donde aprendimos que somos pan vivo cuando nos damos a los
demás y alimentamos a los que tienen necesidad y hambre de Dios.
Nos fuimos a cenar con el miembro más joven y con el más mayor de la Comunidad (en
edad, insisto) y nos recogimos hasta la mañana siguiente.
El domingo participamos nuevamente en Misa, gracias a Dios y dimos un paseo por los
alrededores de la Casa, conociendo las realidades y personas tan necesitadas como
sencillas. Recogimos nuestros bártulos y volvimos a Cartagena, lo que no nos resultó
nada fácil.
Estamos muy agradecidos, en primer, lugar con Dios, que nos ha dado esta oportunidad
de retiro antes de la venida de su Hijo. También a la Comunidad de misioneros Paúles,
por su acogida, trato y tantísimas enseñanzas para nuestra vida y nuestra vocación.